
Por fin hemos podido recomponernos de lo que ha sido una bendita locura audio-visual durante lo vivido los pasados días 15, 16 y 17 en Barcelona, y es que no es para menos. Lo confirman las más de 120.000 personas que decidimos vivir una de las mayores experiencias que puedes recibir si eres amante de la música electrónica. Si además te lo combinan con una organización inmejorable, actuaciones exclusivas o poco comunes por nuestro país, y con un público mega agradecido y entregado, pues muchísimo mejor.
PRIMER ROUND, JUEVES
Nosotrxs llegamos a la ciudad el mismo Jueves 15 por la tarde, de manera que al acudir a nuestra primera cita dentro de Sónar, solo nos dio tiempo a ver a un artista, pero, ¡menudo artista para abrir boca!. Hablamos de sudafricano Black Coffee y sus ritmos afro house más que consolidados en el panorama nacional e internacional. Poseídos por el ritmo “ragatanga” bailamos todo lo que nos puso el chamán africano y con una energía abrumadora, nos volvimos al apartamento para afrontar los dos días que nos quedaban por delante, que no iban a ser precisamente como un paseo tranquilo, si no todo lo contrario.

SEGUNDO ROUND, VIERNES
Durante el resto de nuestra estancia en Barcelona, sólo accedimos a la version noctámbula del festival, de manera que el viernes por la noche cuando llegamos a Fira Gran Vía estaba el irlandés Richard D. James, mundialmente más conocido como Aphex Twin con una esperadísima vuelta a los escenarios después de mucho tiempo. Realizó un espectáculo audio-visual donde las atmósferas, los ritmos, y en general, todo el área SónarClub se envolvió en un auténtico frenesí donde cada beat era una sorpresa, reafirmando así que Aphex Twin, ha sido y sigue siendo genio indiscutible de la música electrónica experimental.
Después de la sesión de ejercicios aeróbicos decidimos mudarnos a nuestro queridísimo área SónarCar, donde hordas de Clubbers amantes del techno hacíamos cola para acceder al recinto “pequeño” del festival (que de pequeño no tiene nada). El Británico Russell Haswell estaba impartiendo un warm up sublime en formato Dj Set antes de una de la actuaciones más esperadas de la noche del viernes. El B2B que para nosotros iba a ser una de las principales actuaciones, y es que cuando se juntan los magos Âme y Marcel Dettmann durante 5 horas non-stop, solo nos queda dar gracias a la virgen del vinilo (y al festival, por supuesto) por tan preciado regalo para los oídos.
Después de un considerable desgaste de suela de zapatillas, encantados con el potente soundystem y la sesión de los alemanes, decidimos darnos tregua y visitar otros escenarios, donde pudimos deleitarnos con sumo gusto de otras vertientes electrónicas. Pudimos ver y escuchar a la americana Honey Dijon, una de las artistas más punteras del panorama internacional, que nos regaló un set donde el sonido “Chicago house” fue el plato principal, con guarnición de sonidos techno, disco y vocales gospel que hicieron que levitásemos casi sin darnos cuenta. De lo que si nos dimos cuenta, es de que en algún momento, algún altavoz quedó malherido durante el show de la americana. Desde aquí le mandamos un especial saludo y esperamos que el altavoz (o los altavoces) se mejore/n pronto y pueda/n seguir dando caña pronto. También nos dimos cuenta (haciendo ésta crónica) que Dijon tiene el mismo síndrome que Cher, y es que para tener 55 años, se conserva fabulosamente. Debe de ser por la mostaza, que tiene propiedades antioxidantes.
Aún bendecidos por la virgen del vinilo decidimos poner nuestros oídos y nuestras almas en el SónarClub, recibiendo así lo que sería el closing para nosotrxs de la mano del bosnio Solomun, donde desde el momento que llegamos, nos puso donde teníamos que estar a esas horas, que era bien arriba. Entre los comentarios de gente que escuchamos a algunas personas de nuestro alrededor, comentaban que el owner de Diynamic sería flojo para cerrar un festival, pero una vez más, el caballero de melena semi larga puso sus ritmos y beats en la palestra, y ¡nos dejó locxs a todxs!. Caballeros y caballeras, Solomun fue poseído por un bakala con tendencias actuales, y fue maravilloso. Ritmos por encima de los 135 bpms, sonidos y atmósferas poco habituales en él, que nos dejaron un una buena f*llada de mente y cuando quisimos darnos cuenta, llegamos al final del viernes (aunque ya era sábado) y con tremenda noche vivida, nos volvimos al apartamento para asimilar lo que habíamos experimentado en la Fira Gran Vía y con las miras puestas en la siguiente jornada nocturna

ÚLTIMO ROUND, SÁBADO
Después de que la virgen del vinilo nos vaticinase que el sábado sería un escándalo, decidimos prepararnos para la aventura que nos esperaba de nuevo en Fira Gran Vía.
Llegamos justxs, pero conseguimos acceder a tiempo a una de las actuaciones más esperadas del 30 aniversario de Sónar. El sueco Eric Prydz volvía un año más al gigante de Barcelona, ésta vez con su show audiovisual “HOLO” que fue un reventón de luz, color, sonido y colectividad de tecnologías de hora y media que hicieron que su show fuese de lo más comentado (y bailado, por supuesto) de todo el festival. Después del más que merecido aplauso que se llevó el artista, decidimos quedarnos en el mismo área, ya que el brasileño Mochakk sería el siguiente en seguir con el guateque festivalero. Cabe destacar que su dominio en la cabina hicieron que su set fuese algo de otro mundo, con el más puro sonido house y tech house que se apoderó rápido del soundsystem, lanzando en la clausura de su sesión producciones propias como Da Fonk, uno de los temas que más nos han sorprendido este año.

Justo después le tomó el relevo la polifacética Chloé Caillet, que con su groove nos llevó de lado a lado con los brazos arriba, aunque también nos dejó un poco confundidxs a todo el público, ya que en mitad del set escuchamos la vocal completa del tema Mujeres, de Mozart La Para y Justin Quiles. Sabemos que últimamente hay una clara tendencia a mezclar música electrónica con vocales latinas procedentes de temas mainstream. No digo que sea ni bueno ni malo, pero estando en Sónar, no era lo que ningunx de los asistentes esperábamos oír. Lo que si escuchamos en su cierre de sesión, fue nada más y nada menos que el corte original del clásico de la fiesta “Bailando” de Paradisio, que también nos dejó un poco aturdidxs, pero con una amplia sonrisa en nuestras caras.
Acto seguido, les tomó el relevo Tiga, junto a la gallega Cora Novoa. La diferencia en cuanto a los bpm, fue más que notoria, ya que se pasó de unos 126 aproximadamente hasta unos 140 más o menos. El caso es que decidimos mudarnos al poco de comenzar su set, y terminamos frente al japonés Wata Igarashi en el escenario SónarLab, que estaba realizando un live con tonos oscuros y mentales, de esos que se te meten dentro y te das cuenta de que dentro de tí hay un trocito de Lucifer. Después de bailar como el diablo que llevábamos dentro, queríamos coger buen sitio para ver otra de las actuaciones estelares de ésta edición.
Sabes que algo mágico va a ocurrir cuando se mezclan conceptos como Sónar y Richie Hawtin. Una sinergia de locuras creativas e innovaciones del maestro Hawtin en un espacio experimental como es Sónar solo puede significar que los planetas se han alineado, y que los alienígenas vienen con mandanga del futuro para la que aún no estamos preparados todxs. Como Richie lo denomina, fue un set de “fast & furious techno” que nos puso mas fast que furious.
Seguidamente y por último, la belga morena del techno indiscutible Amelie Lens fue quien puso el broche de oro, con sus ritmos bien marcados, llevándonos por un viaje galáctico y ácido que nos elevó a la máxima potencia en cada bombo que sonaba.
Es cierto que para los amantes de sonidos con más “alma”, tal vez el cartel del sábado no fuera tan para nosotrxs, ya que aquí la apuesta musical en general, iba más hacia el techno, sonido makina, o incluso trap a primera hora, pero aún así, supimos encontrar nuestro hueco en los diferentes escenarios por los que pasamos. El día anterior, nos pasó al contrario. Había tantos artistas que queríamos ver a la vez, que no encontramos una manera de dividirnos. Bajo nuestro punto de vista, hubiera sido perfecto un “fifty fifty” entre la programación del viernes y el sábado, pero igualmente, lo disfrutamos como enanos.
Después de semejantes clases de “zumba” vividas en las últimas horas, no hubo más remedio que pasar por la farmacia a por suero de rehidratación para reponer todos los minerales perdidos en las jornadas anteriores. La gente habla de que el deporte es muy sano, y la gente tiene razón con ésta afirmación. Lo que no saben, es que los festivales puede que sudes más que Camacho en su mejor época.
El tema del calor durante el festival es algo habitual. Es como si el calor fuese la figura del “dj residente”, ya que es el único que sabemos que va a estar todos los años. También entendemos que son recintos enormes, hay muchísima gente que se adentra entre las paredes de los recintos, hay mucho calor humano, calor de los equipos electrónicos y muchas otras fuentes de calor que ni el sistema más grande de climatización del mundo, sería capaz de bajar medio grado la temperatura ambiente. No obstante, había infinidad de puntos de agua donde te podías empapar bajo el grifo, y poder seguir con el festival.
En resumen, ha sido una experiencia suprema (otro año más) por la que los verdaderos amantes de la música underground deberían pasar todos los años, ya que aquí se encuentran shows, artistas, lives, soundsystems, y miles de cosas que le marcan la diferencia al festival por excelencia en toda la geografía española.
Ahora el gigante de la ciudad condal va de camino a cumplir sus 31 años. De momento sabemos que la edición del año 2024 serán los días 13, 14 y 15 de Junio y que ya tienes disponible los abonos SónarPass a un precio muy asequible en www.sonar.es. Si eres de lo que lo tienen claro, y sabes que el año que viene no te vas a perder su cita anual, deberías adquirilos a la mayor brevedad posible antes de que suban de precio.

¡Larga vida a Sónar!